jueves, 17 de marzo de 2011

Pliegue Tumbado (El Chaltén. Patagonia argentina).

Conocí por primera vez El Chaltén en 1989, el año que viví completo en Argentina. Apenas había cinco casas y la seccional de guardaparques. Pertrechado con una carpa, un saco de dormir y diverso material de acampada (todo ello comprado a los veteranos de la Guerra de las Malvinas), me introduje varios días en la cordillera de los Andes caminando por la zona de la laguna de los Tres y el río Eléctrico. Fueron tres días solitarios, comulgando con la naturaleza patagónica, bajo la atenta mirada del cerro Fitz Roy, el Chaltén de los indígenas patagónicos. Una de las montañas más hermosas del planeta.

La última vez que visité la zona fue en otoño de 2008 (primavera austral). Una de las excursiones que realizamos fue al mirador de Pliegue Tumbado, que ofrece una estupenda panorámica sobre todo el macizo del Fitz Roy y el cerro Torre (nubes mediante).
Se trata de un recorrido muy completo que incluye paisajes de estepa patagónica, bosque magallánico y alta montaña. Las fotos de este reportaje son de esa excursión.

Hoy día El Chaltén es una población de unos 3.000 habitantes, muy frecuentada por turistas, excursionistas y escaladores. Algunas de las paredes más famosas del mundo se encuentran aquí.
Es una de las puertas de entrada al Parque Nacional Los Glaciares, el mismo que alberga al famoso glaciar Perito Moreno, distante a más de 300 kilómetros.(ver   http://losviajesdesaqura.blogspot.com/2011/02/parque-nacional-los-glaciares-argentina.html ). Ello nos da una idea de la magnitud de este parque nacional.





El Chaltén.




El Chaltén.





El Chaltén.










Centro de visitantes Guardaparque Ceferino Fonzo.







El Fitz Roy, un impresionante cerro de 3.441 metros, debe su nombre al capitán de la expedición del Beagle (en la que viajaba Darwin) que lo avistó de lejos en una incursión por la meseta patagónica de Santa Cruz. Era venerado por los indígenas que lo creían un volcán por estar casi siempre cubierto de nubes, y por ello lo llamaban Chaltén. Sus infernales paredes, ventosas y heladas, permanecieron invioladas hasta el verano austral de 1952, en que L. Terray y G. Magnone triunfaron por primera vez en el macizo.

Os presento al cerro Fitz Roy (Chaltén) una de las montañas más hermosas del mundo.






La flora del parque nacional pertenece al llamado distrito magallánico, predominando los bosques de lenga (Nothofagus pumilio) y guindo (Nothofagus betuloides), pertenecientes a un género similar a nuestras hayas. Se encuentran generalmente recubiertos de líquenes, llamados comúnmente “barbas de viejo o del diablo” debido a su forma de largas cintas que cuelgan de los troncos.
Entre los arbustos se destacan el notro o ciruelillo, de bellas flores rojas; el calafate, de flores amarillas y fruto violeta; y el saúco del diablo, que crece en las zonas más húmedas.
Al deambular por este bosque, de gran belleza, observamos muchos árboles caídos en los que los insectos xilófagos desarrollan una actividad voraz.



Penetrando en el bosque magallánico.




















Rastros de los pájaros carpinteros.




El trabajo de los xilófagos.














Esta fue la única vez que vimos al cerro Torre en todo el día. Siempre estuvo oculto por las nubes.




Fitz Roy.




Cerro Torre.














Llao-llao o pan de indio.




Llao-llao o pan de indio.









El vuelo de las bandurrias.




El vuelo de las bandurrias.





El vuelo de las bandurrias.










Llao-llao o pan de indio.




















El trabajo de los xilófagos.









El último tercio del recorrido lo hacemos sobre nieve. Afortunadamente, debido a lo avanzado de la hora, la nieve estaba en buen estado y no hacían falta los crampones.
El límite de las nieves se establece en los 1.200 m. en la cara este y a menos de 1.000 m. en la cara oeste. Los veranos son fríos y los inviernos rigurosos; en el mes de enero -pleno verano austral- nieva todavía a 800 m. de altitud. El viento del noroeste, que se introduce en los valles, rebasa frecuentemente los 100 km/hora. El valle del río Eléctrico, debe precisamente su nombre a la extraordinaria violencia de sus vientos, cuyas ráfagas repentinas y brutales recuerdan las descargas eléctricas y el trueno de una tormenta. Sobre el cerro Eléctrico, o en la Silla del Fitz Roy, se registran velocidades huracanadas de hasta 180 km/hora. El que escribe estas líneas tuvo que abandonar una noche la tienda y refugiarse en un puesto de la estancia Madsen, pues el viento amenazaba con llevárselo volando. Como compensación a la “faena”, el dios Eolo limpió de nubes el Fitz Roy y pude verlo al día siguiente completamente despejado, inmaculado, como raras veces se puede contemplar.
















































Nos despedimos de pisar nieve.









Tumores de llao-llao.




De nuevo en el bosque magallánico.




Barbas de viejo (líquenes).




El trabajo de los xilófagos.














La senda que nos lleva.














Zona de transición con la estepa patagónica.




El Chaltén nos espera y un buen asado.




Transición bosque-estepa patagónicos.




El camino nos acerca a El Chaltén.



















El Fitz Roy se va rodeando de nubes.














Buenas noches, Fitz Roy. ¡Hasta mañana!.




De nuevo en el centro de interpretación.